Ceremonias relacionadas con las deidades acuáticas entre algunas de las culturas del México antiguo
En el pensamiento nahua, la dualidad está presente en todo. En el caso de las aguas se consideraban las celestes y las terrestres. Tláloc, con atributos masculinos, es la deidad de la lluvia, el rayo, el trueno, el granizo y las tormentas. Chalchiuhtlicue, la de la falda verde, con atributos femeninos, es la deidad de lagos, lagunas, manantiales, ríos, arroyos. Los aztecas la consideraban segunda esposa de Tláloc y hermana de los tlaloque.
Tlaloque significa néctares de la tierra, eran cuatro divinidades representadas con esculturas pequeñas. Ayudaban a Tláloc a repartir la lluvia por los cuatro rumbos de la tierra. Sus nombre eran: Opochtli, el zurdo, al norte; Nappatecuhtli, el cuatro veces señor, al este; Yauhqueme, el vestido de pericón, al oeste; Tomiyauhtecutli, el señor de nuestras espigas, al sur. Cada uno tutelaba alguna actividad productiva.
Tlalocan o lugar de Tláloc es la morada de todas las divinidades del agua, un verde paraíso ubicado en uno de los niveles celestes. Durante diversos momentos del año celebraban fiestas a las deidades del agua. Comúnmente, Tláloc y los tlaloque eran venerados en la cima de cerros altos. En cambio, Chalchiuhtlicue era venerada abajo, en los lagos, manantiales y arroyos.
Festividades aztecas a las divinidades del agua
El 29 de abril, o según otros a principios de mayo, había celebraciones fastuosas a las que acudía toda la población, incluyendo los grandes gobernantes. Se realizaba simultáneamente en dos puntos diferentes: en el templo de la cima del Tlalocantepetl, volcán de 4125 metros de altitud ubicado cerca de Coatlinchan, Texcoco y de Coatepec, Ixtapaluca, ambos en lo que ahora es el Estado de México; y en el lugar llamado Chalchiuhcoluyan o remolino de jade, en el sumidero de Pantitlán, donde el lago hacía un gran remolino
Desde el día anterior los peregrinos empezaban a subir el volcán hasta llegar a la cima. Al amanecer del 29 de abril, el cortejo avanzaba por una amplia calzada amurallada que desembocaba en una plaza, también amurallada que protegía al santuario. En un templo estaba la escultura de Tlaloc. A su rededor, en los cuatro rumbos cardinales, había sendas esculturas pequeñas que representaban a los tlaloque.
El ambiente se llenaba de música de trompetas, flautas y caracoles. Frente a Tláloc, pero dentro de una litera cubierta para que nadie viera, los sacerdotes sacrificaban a un niño degollándolo, y recolectaban la sangre en un recipiente.
Continuaba la música, los poderosos tlatoanis, acompañados de su respectivo séquito pasaban a ofrendar. En la cabeza de Tláloc colocaban un penacho de plumas verdes, en la nuca papel plisado. Lo vestían con mantas finas adornadas con pinturas y plumas. Le ponían un vistoso máxtlatl ancho. Le colocaban collares de piedras preciosas con dijes de oro; en las muñecas y tobillos pulseras de oro y piedras finas. Igualmente vestían y adornaban todas las esculturas de los tlaloque. Al frente de Tláloc colocaban ricas ofrendas.
Después, los Tlatoanis sacaban abundantes manjares que habían llevado: guisos de aves, cestos con tortillas y tamales, y jícaras con bebida de cacao. Todo esto servido en utensilios nuevos. Esta ofrenda era tan abundante que cubrían el piso del templo y gran parte de la plazoleta.
Entonces los sacerdotes rociaban con la sangre del niño sacrificado a Tláloc, a los tlaloque y a toda la ofrenda. Terminada esta ceremonia, dejaban en la cima a un destacamento conformado por cien guerreros que debían cuidar el santuario de los huetxonzincas y tlaxcaltecas, con quienes los aztecas tenían enemistad. La procesión bajaba apresuradamente el volcán para hacer presencia en la ceremonia del lago.
Mientras esto sucedía en el Tlalocantépetl, en el Templo Mayor de la ciudad de México-Tenochtitlan, frente al adoratorio de Tláloc, había iniciado la ceremonia en honor a Chalchiuhtlicue. La escultura de Tláloc lucía engalanada y el espacio frente al templo estaba ambientado a semejanza del Tlalocan. Al centro colocaban un enorme árbol y alrededor de él otros cuatro más pequeños. Todo acompañado de matorrales, ramas y montecitos de tierra, de manera que creaban un bosquecillo artificial. Ahí, los muchachos de los colegios, dirigidos por sus maestros y por los sacerdotes bailaban, tocaban sus instrumentos y hacían juegos.
Los sacerdotes llevaban en una litera a una niña vestida de azul, que representaba a la gran laguna, a los manantiales y a los arroyos. En la cabeza le ponían una guirnalda de cuero rojo con un lazo y una borla de plumas azules. Los sacerdotes sentaban a la niña al pie del gran árbol mirando hacia Tláloc. Entonces cesaban los bailes, todos se sentaban y cantaban al son de los tambores.
Después metían a la niña a la litera y llevándola a ella y al árbol más grande, se embarcaban. La procesión se hacía en múltiples canoas a las que adornaban. La música continuaba hasta llegar al sumidero, que estaba señalizado con banderas colocadas en altas estacas, por eso le llamaban Pantitlán o lugar de banderas.
En ese punto coincidían las dos procesiones, la que recién había bajado del Tlalocantepetl y la que venía del templo mayor. Enterraban el árbol grande en el lodo, junto al sumidero. Entonces, los sacerdotes sacrificaban a la niña degollándola dentro de la litera. Vertían la sangre en el agua y arrojaban el cuerpo al remolino, de manera que literalmente se veía que la laguna se lo comía. Luego los poderosos tlatoanis, ofrendaban joyas, piedras, collares, pulseras y otras riquezas en abundancia, arrojándolas al remolino.
Terminada la ceremonia cesaba la música y la procesión regresaba a la ciudad en silencio. Los aztecas había cumplido su parte, Las divinidades del agua debían cumplir la suya como dadores de agua.
Fuentes
Durán Diego, Fray, “El culto a Tláloc”, en Ernesto de la Torre, Lecturas históricas mexicanas, http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/lecturas/T1/LHMT1_037.pdf
Sahagún Bernardino, Fray, Historia General de las cosas de la nueva España, en World Digital Library, https://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/46/
Imágenes
Imagen 1. Estatua de Tláloc con dos serpientes que forman sus anteojeras y sus fauces, Colección Udhe, Berlín, Digitalización: Raíces. Tomada de: “La iconografía de Tláloc”, Arqueología Mexicana, en línea, consulta 17 de noviembre de 2019, https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/la-iconografia-de-tlaloc
Imagen 2. Chalchiuhtlicue, Rafael Dóniz, INAH, Reprografía, Digitalización Raíces. Tomada de: “Escultura de la diosa del agua, Teotihuacan, Estado de México”, Arqueología Mexicana, en línea, consulta 17 de noviembre de 2019, https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/escultura-de-la-diosa-del-agua-teotihuacan-estado-de-mexico
Imagen 3. Representación del Tlalocan, mural en Teotihuacan. Imagen tomada de: “Tlalocan el paraíso de Tláloc”, Radio BUAP, en línea, consulta 17 de noviembre de 1019, http://radiobuap.com/2018/01/tlalocan-el-paraiso-de-tlaloc/
Imagen 4. Remolino de Pantitlán, Códice Florentino, L. 1, c. 22, f. 23. Tomada de: Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de la nueva España, en World Digital Library, en línea, https://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/46/
Imagen 5. Atlcahualo, Códice Florentino, procesión hacia el templo a Tláloc. Tomada de: Johana Broda, “La fiesta de Atlcahualo y el paisaje ritual de la cuenca de México”, TRACE, en línea, consulta 18 de noviembre de 2019, https://journals.openedition.org/trace/docannexe/image/3744/img-4.jpg
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Imagen 7. Música, Tomada de “La música azteca”. Cultura Azteca, en línea, consulta 18 de noviembre de 2019, https://cultura-azteca.com/musica/
Imagen 8. Remolino de Pantitlán, Códice Florentino, L. 1, c. 22, f. 23. Tomada de: Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de la nueva España, en World Digital Library, en línea, consulta 18 de noviembre de 2019, https://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/46/
Imagen 9. Cantos. Tomada de: Mare Loustaunau, “Existió la música prehispánica?”, MXCITY, en línea, consulta 18 de noviembre de 2019, https://mxcity.mx/2016/12/existio-la-musica-prehispanica/ Imagen 10. Remolino de Pantitlán, Códice Florentino, L. 1, c. 22, f. 23. Tomada de: Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de la nueva España, en World Digital Library, en línea, consulta 18 de noviembre de 2019, https://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/46/
Imagen 10. Lago de Texcoco. Tomada de: “Lago Texcoco”, EcuRed, en línea, consulta 17 de noviembre de 2019, https://www.ecured.cu/images/c/c4/Lago_Tex.jpg
Realización Gloria Arenas, Taller Museos y Arte indígena.