En la cima del monte Tláloc se hallaba el templo consagrado al dios, un patio cuadrado con un muro al que se accedía por una larga calzada. La estatua referida estaba en el centro, rodeada por una serie de figurillas identificadas con los cerros circundantes. Allí la fiesta de Huey tozoztli, el 29 de abril, los gobernantes de la Triple Alianza —Moctezuma de Tenochtitlán, Nezahualpilli de Tetzcoco y los reyes de Tlacopan y Xochimilco— subían por la calzada con un niño de seis o siete años en una litera, que era sacrificado por sacerdotes ante la estatua de Tláloc. Permanecían hasta que la comida y las plumas se pudrían con la humedad; el resto lo enterraban y tapiaban el templo hasta el año próximo, pues carecía de sacerdotes permanentes.
Los aztecas eran conocidos por sus rituales que se llevaron a cabo para asegurar la lluvia para la tierra, ceremonias extravagantes, ofrendas abundantes y las vidas de los jóvenes mesoamericanos fueron ofrecidas a Tláloc. Otra ceremonia que tuvo lugar en la cima del monte Tláloc fue Atlachualo, que se celebró desde mediados de Febrero hasta principios de Marzo, esta ceremonia incluyo el sacrificio de niños vestidos como “dioses” y llevados a la cima de la montaña y se les quitaba el corazón con fines ceremoniales. Se aliento a los niños a llorar por que sus lágrimas simbolizaban abundantes lluvias y si no lloraban solos en el camino al recinto, se citaba que sus uñas habían retirado para incitar a las lágrimas. El objetivo principal de estas ofrendas era complacer a Tláloc y a Tlaloque para garantizar la lluvia para la temporada de lluvias de verano.
Algunos investigadores compartieron una serie de estudios etnográficos sobre las manifestaciones culturales de grupos indígenas, entre ellas la forma en que asocian el cultivo y cosecha del maíz con los ritos y creencias religiosas para pedir las lluvias, y el culto a las entidades sagradas de la naturaleza para relacionarse con los fenómenos meteorológicos, como lo hacían sus ancestros. La etnóloga afirmó que hoy en día la celebración de la Santa Cruz coincide con el apogeo de la estación seca, cuando los campesinos ruegan a la divinidad que les traiga las lluvias. En el centro y noreste de Guerrero, las comunidades de San Juan Tetelcingo, San Agustín Oapan y Oztotempan, entre otras, se reúnen en torno a un altar rústico de piedra, a menudo proveniente de un sitio arqueológico. Ahí adoran a una o varias cruces, generalmente en la parte alta de un monte, con sendas ofrendas y un cúmulo de oraciones respetuosas y suplicantes para obtener el favor de las aguas.
REFERENCIAS:
Boletín INAH, https://www.inah.gob.mx/boletines/5063-festividades-indigenas-una-reelaboracion-sincretica-de-simbolos-y-creencias
Revista ciencias, https://www.revistaciencias.unam.mx/pt/161-revistas/revista-ciencias-111-112/1402-la-estatua-de-tl%C3%A1loc-y-la-inestabilidad-de-las-lluvias.html
REALIZADO POR : Bretsaida Betzabet Ramìrez Rodrìguez. CORREO ELECTRONICO: bretsaida01.ram@gmail.com